Declaración del artista
que he pintado mis modelos a tener un brillo etéreo, a diferencia de un fondo que de otra manera los envuelve. Capturado en sus ojos es el conocimiento que la persona que ha experimentado la vida plena y fue más allá de los desafíos de la vida. Mi esperanza es que su mirada penetrante se trasladará al espectador de la autocomplacencia. Las caras cálidamente resonante ofrecen una puerta de entrada al interior humano, evocando urgencia psicológica y social. El detalle de las pinturas es importante para hacer que se sientan sólidas y reales. Estas obras se convierten en guías para explorar los desafíos que hablar con el núcleo de la propia existencia. Las pinturas son íntimas, y ver de cerca, crear el sentido de mirar en un espejo para cumplir con los ojos que hacer preguntas ineludibles. Equilibrio de luz y la oscuridad, las imágenes del sistema preguntas existenciales, lo que provocó profundos sentimientos acerca de las ambigüedades de la vida. Belleza y el dolor, la vida y la muerte entran en equilibrio, y el espectador se convierte en el filósofo, elaborado en la introspección sobre el sentido y valor de la vida. El arte se convierte en poesía, y la poesía se mueve en la filosofía, dejando al espectador cambiado sutilmente.
Pablo Solari por Adrian G Basualdo Un largo y solitario camino La mirada clara de Pablo Solari custodia el paisaje raigal del barrio porteño de Flores, donde nació en abril de 1953. Un lugar de avenidas transitadas, como aquella Juan Bautista Alberdi en la que medio siglo atrás estuviera su casa natal, o la San Pedrito en la que hoy tiene el taller que comparte con "Monchi", el gato blanco que pasea con gracia por entre colores y pinceles, pero también de calles recoletas, de adoquines adecuados para el fútbol entre amigos y la lectura compartida de los libros de aventuras de la colección Robin Hood. Una infancia con eje en la vida familiar, donde la presencia de Italia se materializaba en padres y abuelos inmigrantes recientes, originarios de la Toscana, que se resistían a dejar su lengua y sus costumbres, sus canciones y el sobrevuelo de las melodías de Puccini y de Verdi cuyos ecos aun tienen vigencia en las mañanas frescas de este invierno de 2003. L
Comentarios
Publicar un comentario