Guerra nació en Madrid en 1947 y parece que su interés por la pintura se desató a los 12 años cuando alguien le dio una caja de aceite. Ella es totalmente autodidacta y le encanta a los grandes maestros que ha visto a menudo en el Museo del Prado en Madrid, especialmente Velázquez. A los 23 años ingresó en el monasterio cisterciense de Santa Lucía, en Zaragoza y desde ese momento ha vivido su vida tratando de combinar sus dos vocaciones: la pintura y la vida religiosa. Su estilo es hiperrealista, sus pinturas parecen ser fotografías reales, algo que me llamó la atención cuando supe por primera vez sus pinturas es el gran dominio que tiene del color y sobre todo el manejo de la luz. Ella es una brillante retratista y pinta en su mayoría mujeres jóvenes y los niños, sino también las naturalezas muertas y paisajes y sus personajes transmiten una espiritualidad que se manifiesta en sus gestos y miradas.
Pablo Solari por Adrian G Basualdo Un largo y solitario camino La mirada clara de Pablo Solari custodia el paisaje raigal del barrio porteño de Flores, donde nació en abril de 1953. Un lugar de avenidas transitadas, como aquella Juan Bautista Alberdi en la que medio siglo atrás estuviera su casa natal, o la San Pedrito en la que hoy tiene el taller que comparte con "Monchi", el gato blanco que pasea con gracia por entre colores y pinceles, pero también de calles recoletas, de adoquines adecuados para el fútbol entre amigos y la lectura compartida de los libros de aventuras de la colección Robin Hood. Una infancia con eje en la vida familiar, donde la presencia de Italia se materializaba en padres y abuelos inmigrantes recientes, originarios de la Toscana, que se resistían a dejar su lengua y sus costumbres, sus canciones y el sobrevuelo de las melodías de Puccini y de Verdi cuyos ecos aun tienen vigencia en las mañanas frescas de este invierno de 2003. L
Comentarios
Publicar un comentario